Miradas panamericanas III: Moby Dick

– «España – una gran ballena varada en las orillas de Europa». Edmund Burke, en algún texto.

Moby Dick, la inolvidable, coral Odísea del “Pequod” y lo invencible, mítico de la naturaleza planetaria

Llamadme Ismael.” Tal vez el mismo Melville, al empezar la narración de” Moby Dick, or the White Whale “, concebida como homenaje a la borrascosa vida de los balleneros, no habría supuesto que su obra se convertiría en un verdadero monumento literario (lamentablemente póstumo) de muchas y variadas facetas, donde casi todo puede caber: filosofía y ciencia, mito y utopía, épica y aventura, gran amor a la naturaleza, emoción por el pasado y miradas hacia el futuro. Aunque Ismael relata su historia casi como una pequeñez, su figura clave lleva al lector a través de la trama, donde los principales protagonistas son los tripulantes del Pequod, procedentes de todos los mares, perfecta imagen de un futuro aún más mestizo, cuyo trazado de personajes es poderoso y se conjuga perfectamente a todas descripciones: escenarios y puertos,  microcosmo de a bordo y caza,  vida y migraciones de las ballenas, historias y leyendas del mundo marinero.

Toda una humanidad extrema, marcada por la dureza de la vida , recorre las páginas de la novela: Queequeg, el noble arponero polinesio que vela sobre su nuevo hermano Ismael, el capitán Ahab, herido y mutilado por Moby Dick, con sus pesadillas cargadas de voluntad vengadora contra el Cachalote Blanco, los oficiales Starbuck, Stubb, Flask y los demás arponeros Tashtego, Daggoo y Fedallah, así como el inocente e instintivo grumete Pip; todos miran  con temor y valor el Océano en el que zarparon un día para no regresar jamás, perdidos en sus aguas, como implícitamente preanunciado por la locura profética del viejo Elijha y las congojas del capitán Bildad, antes de la salida, en Nantucket.

El macrocosmo  hispano irrumpe a menudo y con fuerza en la narración, y no se trata sólo de simples escenarios, como los recuerdos del acantilado patagónico o de las costas y brisas de Filipinas, entonces aún colonia de España, sino también de unas experiencias profundamente grabadas en la vida de Melville. Así el autor, por la voz de Ismael, invoca la ayuda divina y menciona a Cervantes para seguir narrando :

«Apóyame en eso, Dios democrático … Tú, que vestiste con hojas doblemente martilladas de oro fino, el brazo manco y empobrecido del viejo Cervantes …»

En el cap. XIX aprendemos que el obscuro pasado de Ahab esconde un duelo sacrílego y mortal con un español, frente a un altar. Asimismo, en el cap.XXXIX, sobresale la belicosidad de un marinero ibérico, quien se arroja  con ímpetu racista contra el arponero africano Daggoo en una riña que la súbita llegada de una tempestad apagará pronto. Sin embargo contrasta , en el mismo capítulo, la atmósfera de fiesta  y el corode los tripulantes evocando con nostalgia la sensualidad de las mujeres españolas:

“¡Adiós y hasta la vista, señoras españolas!

¡Adiós y hasta la vista, señoras de España!         

Nuestro comandante lo mandó.

Más allá en la navegación, en al cap.XLI “La blancura de la ballena”, en sus reflexiones sobre este color y su significado en los diversos ambientes y culturas, Melville-Ismael recuerda su primer encuentro, en los Mares Antárticos, con el albatros, ave  que los nativos patagónicos llaman goney y considerancasi sagrada, para luego describir unas barriadas de Lima con sus casas pintadas de blanco, blancura que el autor define

Tanantigua como Pizarro… “ y finalmente la vista de la Cordillera Andina encapuchada de nieves blanquísimas.

Pero es sobre todo en la historia del barco ballenero Town-Ho (Cap.LIII), relatada  en la fonda de Golden Inn, en Lima, donde más se percibe la atmósfera hispana, con la presencia de un grupo de amigos de Ismael, entre los que destacan don Pedro y don Sebastián: aquí, con lo descriptivo y lo dramático sabiamente combinados, la novela alcanza un extraordinario nivel de maestría artística. Entre copas de chichay refranes limeños, la trama nos lleva a través de la historia de dos marineros norteamericanos rivales, Radney y Steelkilt, cuya brutal competencia acabará, durante el encuentro y la inútil caza a Moby Dick, con la muerte del primero y la sucesiva deserción de Steelkilt, quien, junto a un grupo de camaradas alcanzará Tahiti, alistándose luego en un barco francés, rumbo a Europa. Evidente aquí la referencia autobiográfica del autor, que además subraya la incredulidad de los oyentes ante la amenazadora, irrebatible presencia del Cachalote Blanco.

Al mundo hispanoamericano pertenece también el doblón de oro prometido por Ahab a quien vislumbreprimero a Moby Dick: en el borde de la moneda hay la inscripción  “República del Ecuador, Quito” grabada junto a figuras de tres cerros andinos, sol y signos zodiacales. Con el doblón y con su habilidad dialéctica, el capitán mutilado logrará arrastrar la mayoría de la tripulación en su aberrante desafío a Moby Dick, que considera la obscura encarnación de todos los males planetarios. Así la caza empezará, entre remordimientos y malos presagios, con el recuerdo de Ahab del culpable abandono de su mujer.

¿Pero, en la intención de Melville, Moby Dick es verdaderamente un monstruo sangriento e infernal o más bien un símbolo de rebelión de la naturaleza martirizada por la brutalidad de la explotación humana? Quizás la respuesta esté en el amor al mundo vegetal, animal y oceánico, evidente en toda su obra; destacan en la novela las numerosas descripciones del medio ambiente norteamericano, donde se mueve una fauna variada, y sobresale la preocupación del autor por la merma de los bisontes en las praderas del  Oeste: “Aunque hace tan poco tiempo, y no es una entera vida, el censo de los bisontes en Illinois superó el censo de hombres que se encuentra ahora en Londres; y aunque en la actualidad no hay un cuerno o pezuña de ellos en toda esa región; y aunque la causa de este abrumador exterminio fue la lanza del hombre …” (cap.CIV)

Es sobre todo en su admiración para el mundo de los cetáceos, cuya vida y características sabe describir en los mínimos particulares, que Melville demuestra su inclinación hacia el ambiente marino, elemento que cubre la mayor parte del planeta,   y  que se revela fundamental en su quehacer literario.  Así, en el cap. CIV, Ismael, ego-narrante  que logrará sobrevivir a la furia de Moby Dick, profetiza la supervivencia de las ballenas, pese a posibles catástrofes planetarias :

“…y si alguna vez el mundo volverá a ser inundado … entonces la ballena eterna aún sobrevivirá, alzándose sobre la cresta más alta del diluvio ecuatorial, y echará su desafío a los cielos.(cap.CIV)

Previsión increíblemente realística para nuestros tiempos de calentamiento global…


Nando Pozzoni